lunes, 30 de mayo de 2011

Los Habitantes de Valladolid




Fuente Dorada
Valladolid es una ciudad que ella misma se define como conservadora, no en vano es conocida en toda España bajo el sobrenombre de “Fachadolid”. Valladolid no es una ciudad tampoco muy grande y sólo tiene 515.534 habitantes (padrón de 2010). Dicen algunos, incluso, que si hay que probar como se vende un producto, Valladolid es la ciudad ideal dada la falta de sentido crítico de sus habitantes. Se dicen tantas cosas de Valladolid y sus habitantes…

Habitantes de Valladolid
Sin embargo, lo que nadie dice de Valladolid es que sea una ciudad capaz de reunir a más de 5000 personas en protesta contra la paliza que recibieron los acampados del 15-M en Barcelona por parte de los mossos d´squadra. Las imágenes que traumatizaron al mundo, también llegaron a los gélidos corazones de esta especie de población que cambió sus hábitos y durante hora y media entre pancartas y eslóganes gritos recorrió la Calle Ferrari desde Fuente Dorada al Ayuntamiento, en la Plaza Mayor.

Eran las ocho y media de la tarde y en Fuente Dorada, convertido en una suerte de casa por los indignados pucelanos, no entraba más gente, cuando empezó la marcha, de hecho ya había gente que circulaba bien entrada la Calle Ferrari. Sin embargo el ritmo era lento, pausado y ruidoso. “No hay pan para tanto chorizo”, “un bote, dos botes, banquero el que no bote”, “lo llaman democracia y no lo es”, “me sobra mes a fin de sueldo”. Las canciones y eslóganes se sucedían y repetían en una calle a rebosar de mensajes cargados de eslóganes, desde los más típicos como: “Si no nos dejáis soñar, no os dejamos dormir” a otros más ingeniosos o con mensajes referentes a los hecho acaecidos esa mañana en Barcelona, “solidaritat”, rezaban muchas de las pancartas. Una de las más fotografiadas decía: “Tengo miedo a que los mossos vean mi habitación y me den de hostias”. “Es mejor tomárselo con humor, si no tendría que llorar”, decía su autor.
Joven con un cartel durante la manifestación
Después de una sentada frente al Ayuntamiento y de que el teatro callejero parara su función para que su público se sumara a los cánticos, la manifestación dio la vuelta, se volvía a casa, a Fuente Dorada, guiada por una pancarta en la que se podía leer en letras mayúsculas: “INDIGNADOS Y ACAMPADOS POR UNA DEMOCRACIA REAL”.

Cartel colgado en la parada de autobuses de Fuente Dorada

        Sentada enfrente del Ayuntamiento

Una vez en la plaza con el cielo ya oscuro, se leyó el manifiesto de Democracia Real Ya  y la gente se dispersó. Dos horas después, en Fuente Dorada, quedaban los de siempre. Esos que desde el martes 24 llevan acampados, esos que han hecho que esa plazoleta se haya convertido en un hogar para todos aquellos que están indignados con el actual sistema político, con los partidos y la carestía de opciones que trae consigo el bipartidismo.
Indignado

 “Hoy ha sido bestial” dice uno de los acampados, está en la comisión de logística, los encargados del mantenimiento del campamento y la cocina, donde se pone a disposición de los manifestantes comida que lleva la gente en señal de apoyo. “Mañana con el partido no habrá tanta” le contesta uno de ética, los que vigilan que el movimiento no resulte ofensivo para personas de otras ideologías, o que alguna ideología trate de imponerse, porque el 15-M es un movimiento apartidista. Mientras Marce y Alex juegan al ping-pong en una mesa improvisada que cumple sus funciones como terreno de juego. En la barra que delimita la cocina otros hablan animosamente y un estudiante se queja de que no va a tener tiempo para estudiar los exámenes. Otros hablan de los talleres de mañana, nadie pensaba que esto evolucionara de esta forma, pero todos quieren más. “Nunca había visto a tanta gente en una manifestación aquí” afirma Carlos. Al día siguiente les tocaría volver a funcionar, está en la comisión de comunicación, se encarga de estar en contacto con las demás acampadas y difundir las manifestaciones y actos que desde la comisión de estrategia se proponen.

Manifestantes jugando al ping.pong
Al día siguiente no habría tanta gente, pero el domingo se volvió a la normalidad. Los talleres por la mañana, organizados desde la comisión de actividades, la sentada por la tarde. “Felip Puig debe dimitir” las voces se centran en esto, otros tienen la boca tapada con esparadrapos en señal de protesta.  Por el altavoz informan que hay recogida de firmas en la carpa y la gente se acerca. Mientras, uno de los organizadores con un altavoz empieza a cantar. “Un enchufado se balanceaba sobre una burbuja inmobiliaria, como veía que no se caía fue a llamar a otro enchufado; dos enchufados…". Los asistentes le siguen y saltan a la par. Después los más valientes se acercan al micrófono para exponer sus ideas. Son muy distintos, jóvenes, mayores; progresistas, algo más conservadores; monárquicos, republicanos… Todos saben lo que quieren y no siempre es lo mismo, pero en eso se basa la fuerza de su unión, porque ante todo son demócratas y se suceden las discusiones entre ellos, por turnos cada uno expone sus ideas, se respetan y comprenden, al fin y al cabo lo que todos quieren en cambiar el sistema actual por otro en el que estén más representados.





Indignados con la boca tapada
Como pausa a las intervenciones un hombre con marionetas se ofrece a contar un cuento. Coge dos de ellas y empieza la historia. Va sobre un paje real que es feliz hasta que intenta ganar dinero. Los más pequeños les escuchan ensimismados, pero los mayores también escuchan. En el fondo uno de los de la comisión de logística cuida las flores de alrededor de la fuente, otra recoge los cristales de una señora que ha tirado un vaso desde un piso a dos de los protestantes que estaban sentados en un banco. “Esa si está indignada”, bromea uno, otro mira a la señora, “no vaya a ser que la dé por tirar otro vaso”. Al micrófono ha vuelto el debate político, las propuestas se suceden entre aplausos, algunas no son del agrado de todos, pero el simple hecho de que las digan ya constituye un triunfo.

Representación de un cuento

Señora exponiendo sus ideas


Juan Carlos Castro

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