viernes, 1 de abril de 2011

NADIE SABE NADA DE ISLANDIA

Nadie sabe nada de Islandia. Si preguntas a alguien sobre Islandia normalmente te contesta que es una isla helada donde hay osos polares. Si la persona encuestada está un poco más informada te dirá que en Islandia hay volcanes con nombre muy raros como Eyjafjallajökull que, de vez en cuando, entran en erupción y colapsan el tráfico aéreo europeo. Por último, algunas personas que ya forman parte de la minoría, declaran que Islandia fue el país que ocupó el número 1 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU en 2007.  Sin embargo, nadie sabe que Islandia es el primer país y el único hasta ahora en el que el Gobierno ha tenido que dimitir de pleno debido a la crisis económica.  


Nadie sabe nada de eso, porque en el mundo han sido muy pocos los medios que han cubierto la noticia. Apenas algún reportaje de revistas como Vanity Fair (14/12/09), alguna noticia en las páginas salmón de El País  y artículos de opinión que aprovechaban la revolución de Egipto (I. Escolar, 14/2/11)  para hacerse eco de la que ya se conoce en la red como la Revolución Silenciada.
La Revolución Silenciada, tuvo su origen en EEUU en 2007 con la actual crisis económica, pero se está produciendo en el país nórdico. En 2008 cuando el fantasma de la recesión se cernió sobre la isla, gobernaba una coalición de centro-derecha (debido al sistema político es muy difícil que un partido llegase a gobernar en solitario) y su política económica había conducido a que se reconociera al país como aquel con la economía más liberalizada. Los problemas no tardaron en llegar, en 2008 los tres principales bancos del país, al igual que la mayoría de bancos del mundo se hundían en la miseria y el Estado tenía que intervenir. Se dispuso una nacionalización temporal de las tres entidades financieras a final de año, el Landsbanki, el Kaupthing y el Glitnir. El rescate de dichas empresas supuso que el kroma, moneda del lugar, se desplomara y la bolsa cerrara con una caída de la actividad del 76%, Islandia estaba en bancarrota. Para salvar la situación el gobierno pidió al FMI un préstamo de 2100 millones de dólares y aún así necesitó otra ayuda más de 2500 millones que provino de algunos países nórdicos.
 La deuda contraída era enorme, se calculó que correspondería a la producción bruta del país en ocho años. La crisis pasó a la calle, 2009 amaneció con miles de personas concentradas frente al Parlamento, manifestándose. Geir H. Haarde, el primer ministro, incapaz de ver la solución dimitió el 23 de enero. Tras la dimisión de su jefe, todo el gobierno dimitió y se convocaron elecciones. Ganó una coalición entre el partido socialdemócratra y el Movimiento de Izquierda. No obstante, la crisis seguía, la economía cayó un 7%  en 2009 y la deuda contraída había que empezar a pagarla. El gobierno sin fondos propuso una ley que obligaba a todos los islandeses a pagar dicha deuda a Reino Unido y Holanda. Las manifestaciones volvieron a convocarse
El nuevo gobierno estaba presidido por Jóhanna Sigurðardóttir, un antiguo miembro del Parlamento, donde entró Birgitta Jónsdóttir, una de las políticas implicadas en Wikileaks y que está siendo investigada por EEUU. Era un gobierno de corte muy progresista, sin embargo no dudo en  intentar aplicar la ley sin el  consentimiento del pueblo y el presidente ante las protestas proclamo la necesidad de referéndum para solucionar el problema. En marzo de 2010 se celebraron elecciones y el No sacó un 93% de votos.
Ante tal decisión el nuevo gobierno se negaría a pagar la deuda y el FMI actuó en consecuencia, retiró todas las ayudas al país. Islandia por su parte, denunció a los causantes de la crisis, los principales banqueros del país. En un ambiente protagonizado por las manifestaciones,  la política se había ido a pique y se convocaron elecciones para una asamblea constituyente.
No eran unas elecciones normales, se podía presentar cualquier ciudadano, pero por independiente, nunca representando a un partido. Lo único que se necesitaba para que el nombre de alguien apareciera en la papeleta era la firma de 30 personas. En noviembre del año pasado se dieron a conocer los resultados y en febrero 25 islandeses sin filiación política se reunieron con un propósito, cambiar la Constitución.
Nadie ha dicho nada de Islandia, mientras nuestra mayor preocupación fue que a causa de un volcán en erupción que se encontraba en una isla muy fría y lejana, el Barça tenía que ir en autobús a Milán para perder 3-1 contra el Inter; en ese país tan lejano se cuestionaban todas las medidas que se estaban imponiendo en el mundo para solventar la crisis. Nadie ha dicho nada de Islandia, mientras saltaba el Caso Wikileaks y se denunciaba a una parlamentaria de un país con tantos géiseres como rubios; en un sitio helado lleno de fuentes termales se llamaba ante la justicia a aquellos que perdieron el dinero de todos. Nadie ha dicho nada de Islandia, en España El País no ha dedicado ni una frase al reforzamiento legal que se ha hecho a la libertad de prensa y a la transparencia diplomática. El Mundo por su parte, no se ha atrevido a anunciar como se detuvo el 23 de marzo a tres directores de los bancos que quebraron.




Nadie sabe nada de Islandia, de un país con uno de los índices de corrupción más bajos, de uno de los países que ha intentado ser justo ante las adversidades. Nadie sabe nada de Islandia, pero  no es porque se quiera ocultar, simplemente es porque nada ha ocurrido en Islandia. La mayoría de banqueros han salido libres tras pagar una fianza, el Tribunal Supremo ha deslegitimado la Asamblea Constituyente y ahora no se sabe si se retirará la iniciativa o se volverán a celebrar las elecciones. Aún los políticos quieren que el pueblo pague la deuda o al menos eso parece. Nadie sabe nada de Islandia, porque a pesar de los políticos, de los jueces y del mundo, como dice su lema: “Todos sumamos, nadie resta”, la gente sigue en las calles.

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